Esta enfermedad fúngica aparece cubriendo las hojas, frutos, ramas y brotes de las plantas con una pátina blanca que recuerda a la ceniza. Cuando ataca de un modo fuerte a las hojas se ponen amarillas y después se secan. El hongo logra dispersarse por la plantación gracias al viento, pudiendo alcanzar a un gran número de plantas.
Para eliminar el oídio de las plantas de forma natural, puedes probar algunos de estos remedios:
Azufre y cobre: tanto el sulfato de cobre como el azufre son efectivos fungicidas. Sin embargo, hay que tener mucho cuidado en su manejo y ser muy exacto en la dosis. Antes de nada, toma las precauciones adecuadas y usa guantes, gafas y mascarilla cuando apliques este remedio. No mezcles ambas sustancias, aplícalas por separado. Puedes usar tanto el azufre como el sulfato de cobre en polvo o líquido. En el primer caso agrégalo en las hojas y el suelo según indique el fabricante. El líquido puedes aplicarlo con un pulverizador.
Cola de caballo: se trata de una planta con muchas propiedades, entre ellas las antimicóticas o fungicidas. Puedes usar el extracto de cola de caballo y diluirlo, pero también puedes optar por hacer tú mismo la decocción. Después, solo tendrás que pulverizar las hojas afectadas. Además de la cola de caballo, puedes usar la decocción de otras plantas como fungicidas naturales, concretamente las hojas de savia, las de la tomatera o las ortigas.
Infusión de ajo: otro remedio eficaz para muchos problemas. El ajo tiene propiedades antimicrobianas, antisépticas, antifúngicas, antibacterianas… Lo puedes usar tanto en el tratamiento como en la prevención. Para preparar un litro de este remedio necesitarás unos 30 dientes de ajos previamente machacados. Deja hervir la mezcla durante 5 minutos, deja que repose 10 y cuélala para eliminar los trozos. Pulveriza las zonas dañadas de la planta una vez al día hasta que veas que el oídio desaparece.
Bicarbonato: por último, puedes usar bicarbonato de sodio. Este mineral tiene, entre otras, propiedades antimicóticas. Para usarlo, debes mezclarlo con un aceite vegetal (por ejemplo, el de oliva) y agua. La fórmula es sencilla; para un litro de agua, añade tres cucharadas rasas de bicarbonato y dos de aceite. Mezcla bien y usa un pulverizador para aplicar el remedio.